Carla, la sancarlina por adopción que piloteó su vida y creó un espacio para ayudar a otras mujeres

“Mujeres seguras” lo ha denominado y tiene por objetivo de que niñas, jóvenes y adultas trabajen y fortalezcan su autoestima. Los encuentros actualmente son virtuales.
Carla Conte tiene 26 años, nació en Entre Ríos y cuando tenía apenas 8 años llegó a San Carlos a vivir con sus padres y hermanos. La joven creció y estudió en el departamento y cuando finalizó la secundaria deseaba convertirse en psicóloga, el sueño de su vida, sin embargo las circunstancias cambiaron y también su rumbo. Problemas familiares, económicos y de salud, la llevaron a tener que dejar esa meta de lado para ayudar a sus padres y a salir de las adversidades, ¡pero nunca imaginó todo lo que le esperaba!
A través de la sección “Mujeres Destacadas”, quisimos conocer un poco más de su vida y lo decidió hacer con sus experiencias: crear un espacio para mujeres con problemas de autoestima.
La sancarlina por adopción primeramente puso por escrito un proyecto que rondaba en su cabeza y con el tiempo concretó el anhelo de fundar “Mujeres Seguras”, una asociación que ayuda a construir y reforzar la autoestima de niñas, jóvenes y adultas.
Hoy por hoy, Carla vive en Godoy Cruz, es azafata, estudia la carrera de piloto de avión y sigue demostrando ser resiliente en cada etapa que le toca atravesar.
-Carla, contanos un poco de vos y de tu llegada a San Carlos
Nací en Entre Ríos y crecí en San Carlos. La llegada a Mendoza fue bastante fácil porque tenía 8 años, al ser chica me adapté bastante rápido. Al principio extrañé a mis familiares que la mayoría viven en Entre Ríos pero al poco tiempo me adapté, como dije. Yo digo que me enamoré de Mendoza, amo esta provincia. Después, mi papá se volvió a vivir allá y dos de mis hermanos también, pero yo elegí hacer mi vida, mis proyectos y estudios acá.
Hice la primaria en Eugenio Bustos y mi secundaria en La Consulta, una de las etapas de mi vida que recuerdo con mucho amor; siempre sonrió cuando recuerdo lo que viví; es más, me impulsó a ser lo que soy hoy. Estoy agradecida con toda la gente que me fui encontrando en el camino.
-Una vez que finalizaste la secundaria soñabas con ser psicóloga ¿no?
Sí, una vez que terminé mi sueño era estudiar psicología por eso me mudé a Mendoza; hice el pre y empecé a estudiar la carrera pero la tuve que abandonar por motivos económicos, porque mi papá se quedó sin trabajo y bueno, como era el jefe de familia se complicaba, no me podía seguir ayudando, y por eso abandoné para ponerme a trabajar y seguir viviendo acá; pero nunca dejé que las adversidades se pusieran en mi camino. Como a mí me gusta estudiar encontré otra alternativa, una carrera que se llama tripulante de cabina de pasajeros, que es conocido como azafata. Aunque era un carrera corta, me costó mucha hacerla porque tenía que trabajar y estudiar, pero lo pude lograr con esfuerzo y con las personas justas que me ayudaron a lograr los objetivos.
-Podemos decir que como no pudiste lograr lo que en un principio querías, “la piloteaste” cambiando de rumbo…
Sí, una vez que finalicé la carrera quise seguir incursionando en el mundo de la aviación y empecé a estudiar la carrera de piloto de avión; es un desafío gigantesco porque la han estudiado siempre hombres y muy pocas mujeres; estoy feliz, la hago a mi ritmo, tranquila. Cuando me reciba va ser uno de mis logros más grandes porque es difícil y cara. Igual yo siempre digo que lo más importante es no dejarse vencer por las adversidades y siempre pensar de qué forma podemos solucionar el problema o cómo salir de la situación, ahí está la clave.
-A pesar de tener que abandonar la carrera que querías y atravesar problemas familiares y económicos, decidiste crear un espacio para ayudar a otras mujeres, ¿Cómo surgió este proyecto?
Mujeres Seguras surge más que nada de una experiencia personal que me tocó atravesar. Me puse a pensar qué cosas positivas podía hacer con todo eso (dificultades en la familia, el desempleo y problemas de salud en la adolescencia); experiencias difíciles vamos a tener todos pero lo que nos va a diferenciar es qué vamos a hacer con las vivencias, podemos victimizarnos o hacernos cargo.
Hacía tiempo venía pensando en crear un espacio y lo pude lograr. Empezó cuando trabajaba en el Arena Maipú, en los ratos libres que tenía me ponía a escribir cómo generar un espacio para ayudar a mujeres con situaciones difíciles, no sabía bien cómo hacerlo por eso yo escribía, escribía y escribía. Una vez que terminé de volcar las ideas, finalicé el proyecto, me puse a pensar cómo hacer para ponerlo en práctica y empecé a moverme. Busqué psicólogas, golpee distintas puertas porque no es fácil poner de un día al otro de pie una fundación y bueno, algunas se abrieron y otras no. Lo bueno de esto es que las que se abrieron, fueron esenciales para que hoy en día Mujeres Seguras esté funcionando; es una organización dedicada a construir autoestimas en mujeres y niñas.
-¿Quiénes pueden ser parte de Mujeres Seguras?
Está abierta la convocatoria para que se sumen todas las que quieran participar, de cualquier edad. Los encuentros son por Zoom en este momento por la pandemia. Lo importante es que de forma virtual se pueden sumar a los talleres mujeres de toda la provincia y también del país. Aprovecho esta posibilidad para invitarlas: son talleres grupales, de autoestima y los dicta una psicóloga especializada en autoestima, y la idea es darles herramientas para que logren ser la mejor versión de sí mismas independientemente de la situación que están pasando. No está abierto exclusivamente para quienes son víctimas de violencia de género u otra situación, no, es para todas las que necesitan y quieran reforzar su personalidad. Sólo nos tienen que escribir al Instagram que es Mujeres Seguras y ahí les informamos el día y horario que nos reuniremos porqué siempre vamos cambiando.
-Por último, ¿un sueño?
Sueño en convertirme en piloto comercial de avión, no solo porque sería un logro personal, sino colectivo, por un montón de mujeres que se quedaron en el camino o que nunca se animaron. Me gustaría seguir motivando a las niñas que estudien carreras relacionadas a la aeronáutica, a las fuerzas armadas, a las fuerzas aéreas, a que incursionen en mundos en el que mucho tiempo han sido espacios de hombres. Ese sería el sueño que tengo ahora.