Es venezolano, recorre Sudamérica haciendo campañas solidarias y organiza un gran evento en Tupungato

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Por Libby Rose

Eduardo Patterson emprendió un viaje solidario como mochilero hace dos años con el objetivo de ayudar a quienes lo necesitan. Conocé su emocionante historia.

Eduardo Patterson es un joven venezolano que encontró en el dolor el impulso para ayudar a los demás. Luego de atravesar una infancia difícil, supo encontrar una inquietante empatía y su gran corazón le permitió despojarse de los falsos placeres mundanos, ser un ferviente opositor del materialismo y destacarse por su solidaridad.

En el 2016, en medio de esas crisis existenciales que a veces nos acechan, entendió que quería dar un giro radical a su vida, pero no uno que fuese superficial. Lejos de lo que para muchos significa el éxito o las metas a cumplir en la vida, para él el objetivo era servir con su ayuda a otras personas.

“Cuando estaba estudiando llegué a un momento en el que tuve una cierta crisis existencial en la que de verdad quería darle valor a mi vida, a mi trayecto, a mi historia de vida. Entonces en esa búsqueda me encuentro con la palabra voluntariado y me pongo a investigar y de repente empiezo a decir ‘bueno, esto significa que uno puede dar de su tiempo a quienes más lo necesitan ¿Pero qué tipo de poblaciones, qué tipo de gente?’. Y entonces me dije ‘me voy a lo más fuerte’  y empecé a trabajar con fundaciones de niños con cáncer y niños o jóvenes con amputaciones y de deformaciones. Me fui a lo radical”, contó Eduardo en diálogo con El Cuco Digital.

Un año más tarde, ya instalado en Panamá y decepcionado por el ritmo de vida y las aspiraciones comunes de la gente, fue que decidió ser un mochilero solidario y aportar su granito de arena en diferentes comunidades. Dos años más tarde emprendió el gran viaje.

“Antes de emprender este viaje como mochilero yo estaba en Panamá. Me había ido de Venezuela en el 2017. Fui a Panamá a pasar mi cumpleaños y decido quedarme y radicarme. En Panamá yo era productor de eventos para la industria automotriz, que muy rápido terminó siendo muy lindo. Coseché un éxito adelantado para ese momento, yo tenía 27 años. Pero viví una experiencia muy linda”, relató.

“Trabajando y viendo que Panamá era muy consumista, que eran puras cosas y cosas y no me estaba llenando, a finales del 2018 decidí emprender un sueño que tenía desde la universidad, emprender un viaje por Sudamérica pero con un propósito solidario. Un mochilero sin nada, ir produciendo en el camino. El recurso que elegí es la cámara fotográfica, para lograrlo”, comentó.

Eduardo atravesó una infancia díficil. Desde muy corta edad fue criado en un hogar de niños hasta que luego de unos años fue adoptado por sus tíos. Y fue de ese dolor que surgió la empatía convirtiéndolo en un gran ejemplo de resiliencia y en el protagonista de una cautivante y emocionante historia, digna de imitar.

“De niño, de joven, crecí conociendo lo que era el dolor. Tuve una infancia que fue un poco fuerte. Terminé en una guardería por decisiones que tomó mi madre biológica, aunque cabe destacar que hoy en día la perdoné y he podido sanar ese dolor. Pero en ese lugar recibí cierto maltrato infantil durante un par de años y luego me sacan de ahí mis tíos, que hoy en día es mi familia, y empiezo a recibir amor. Digamos que aprendí desde muy niño a tener empatía con el dolor, a conocerlo, a identificarlo y de verdad siento que del dolor nace mucho y bastante amor”, destacó.

“Entonces a los 24 empiezo con el voluntariado y me di cuenta que había encontrado lo mío. Dije ´puedo dar de mi tiempo. No es cosa, no es nada superficial, literalmente mi fortaleza es mi carisma, mi ser”. Y te entregas y pones el corazón sobre el plato y se lo entregas a esas personas incondicionalmente”, enfatizó emocionado sobre su gran filosofía de vida.

En el 2019 inició su viaje y visitó varios países de Sudamérica, donde, en cada uno, se puso al servicio de quienes más lo necesitan. En 2020, la cuarentena lo sorprendió en Buenos Aires y desde ese momento recorre Argentina dando talleres de fotografía, charlas motivacionales, colaborando con merenderos, comedores y participando de cuanta labor solidaria se le ocurra.

“En enero de 2019 decido emprender este sueño. Salgo de Panamá. Arranqué y pasé por Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Paraguay, parte de Brasil, Uruguay y Argentina. En ese momento trabajé con fundaciones de niños con cáncer y en Bolivia estuve dando charlas en prisiones a jóvenes que sufrían adicciones, etc. Y luego en Argentina me agarra la cuarentena en Buenos Aires”, contó.

“Entonces me doy cuenta de que ya no podía abordar a fundaciones de niños con cáncer. Entonces me voy a meter a las villas, porque yo voy a donde más hago falta. Pero no es que yo soy un influencer ni nada, soy un sencillo viajero, un mochilero que con tan poquito  intenta hacer mucho o dar un poco de lo que tiene y esto va más allá de lo material, por supuesto”.

“En todo este fin he estado llevando talleres de fotografías en todos los barrios en los que he estado. Pero más allá de eso, apoyo a las fundaciones, organizaciones, merenderos con estrategias de recaudación de fondos, con eventos solidarios para lograr algún fin, algún objetivo para lograr el bienestar de la población con la que estamos trabajando y todo de manera voluntaria. Lo que hago es mover las piezas. Conozco el tema porque vengo de trabajar como productor de eventos y estoy utilizando esa herramienta para un efecto netamente solidario”, agregó.

En Buenos Aires pudo realizar el primer evento organizando íntegramente por él mismo, ya que anteriormente había sido colaborador de otras organizaciones. Con el apoyo de otros corazones solidarios, en diciembre pasado el joven preparó la cena de Nochebuena para 140 personas en situación de calle en la plaza Constitución. Hubo asado, choris, guarniciones y hasta regalos ¡Un verdadero éxito!

“Ahí me di cuenta de que hice por primera vez un evento solidario independiente y ¡wow! Fue un éxito. Entonces esta es otra herramienta para aportar además de los talleres, más allá de las charlas motivacionales, porque como yo tengo una historia fuerte, también la comparto y le hago saber a los chicos que todos tenemos una historia que contar”, mencionó.

Más tarde Eduardo emprendió viaje en dirección norte y visitó algunas provincias previo a arribar a Mendoza, tras un recorrido de 3.500 kilómetros.

“Luego de locura me compré una moto que llamé Furia y arranqué desde Buenos Aires e hice Rosario, Córdoba, hasta que llegué a Tucumán y en Tucumán estuve en el barrio El Sifón, un barrio peligroso. Estuve con los chicos, ayudé al merendero a conseguir mochilas. Eduqué a los niños, eran 96 chicos. Pude en mi tiempo apoyar. Viajo únicamente con el propósito de ayudar, eso es todo lo que me lleva y me mueve”, resaltó.

Sobre su llegada al Valle de Uco, el joven relató: “Gracias a una amiga mochilera vi unas fotos de Tupungato. Yo no sabía de la existencia de Tupungato. Ni siquiera sabía de Mendoza ni que venía hacia Mendoza porque mi último país es Chile y habré terminado el continente ayudando”.

En Tupungato el joven trabajó en la cosecha y fue albergado por una familia a través de la pudo hacer contactos para empeñar su tarea solidaria en el departamento.

“Hice el recorrido en moto, llego a la finca Gottardini para cosechar, para vivir la vida del campo y empecé a vivir la vida del campo en su máxima plenitud. Empecé a cosechar nueces, empecé a conocer un poco. Pero también empecé a conocer el trasfondo de la vida de campo, los obreros rurales y todo esta parte que no es el finquero. Empecé a conocer esa otra realidad también”.

“Termino de cosechar luego de un mes y medio y me mudo la semana pasada y de una vez, gracias a una familia que me recibió aquí, que es la familia Aguilar, en la finca. Gracias a ellos me integré a su familia y terminó siendo la mejor experiencia en el campo porque me dieron amor y cariño y ahí fue que conseguí contactos y empecé a contactarme con los merenderos, me metí ahí, en los merederos Caritas Felices, Guadalupe (…)Entonces mi reto aquí es poder llevar el arte de la fotografía a todos los barrios, a donde se pueda llegar y todo con la buena vibra”.

Un gran evento solidario en Tupungato

El próximo domingo 25 de abril se realizará el gran festejo del aniversario de EnReDDando, un entidad civil de ayuda social con sede en Tupungato. Eduardo además de organizador será el fotógrafo del evento que recaudará donaciones para el Micro Hospital, el merendero Guadalupe, el merendero Caritas Felices y Familias Enreddadas.

El mega evento será en la plazoleta de Tupungato a partir de las 10 de la mañana y hasta las 22 con música y entretenimiento asegurados.

“Hoy en día de verdad no tenga más nada que ofrecer que mi propio ser y se siento feliz con esto. Me siento feliz con haberlo dejado todo, por intentar emprender un sueño que para muchos era imposible y ver si la unificación de toda América es posible a través de la ayuda social. Y creo que sí es posible. Creo que soy el ejemplo de que a pesar de que mi país Venezuela está sufriendo, he recibido una ayuda incondicional de muchas personas de todo el continente y en especial de aquí de Tupungato para seguir cumpliendo este sueño que con mucho amor lo comparto. Me siento tan cerca del último país y para mí es un placer estar acá”, completó Eduardo.

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