Hubo multitudinarias concentraciones en el KM 0 y la Arístides.
Por Libby Rose
Eran cerca de las 15 del domingo cuando Gonzalo Montiel pateaba el penal que nos convirtió en campeones del mundo. Luego de un partido electrizante y la tanda de penales, el pueblo argentino salió a festejar después de 36 años.
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Inmediatamente las calles se empezaron a pintar de celeste y blanco. Algunos se quedaban en las esquinas de sus barrios mientras otros rápidamente se subían a sus vehículos para ir hasta el centro de Mendoza, donde luego de cada partido del Mundial, se hacía la concentración de hinchas más grande de la provincia. Otros incluso, como el servicios de transporte público estaba suspendido, caminaron y corrieron varios kilómetros para compartir con sus compatriotas el triunfo de la albiceleste.
Y es que para muchos, esta fue la primera vez en sus vidas que fueron testigos de un acontecimiento de estas características. Pensemos en quienes tienen 30, 28 o menos, que crecieron escuchando lo que había pasado en el 78 y en el 86, y que nunca vieron jugar a Diego Maradona. El año pasado por primera vez vieron a Argentina campeona de América y ayer, campeona del mundo. Y con el condimento de haber vencido en las respectivas finales a dos de los mejores equipos del mundo como lo son Brasil y Francia, que venía de consagrarse en Rusia en 2018.
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Y sí, las calles fueron de ellos; miles y miles de jóvenes colmaron el centro mendocino. Por supuesto no faltaron las familias. Y como varias arterias estaban cortadas para impedir el tránsito vehicular, el centro se convirtió en una peatonal gigante donde hubo festejos por horas y horas. La primera concentración y la más grande abarcaba desde la calle San Martín hasta Rivadavia y toda la peatonal hasta la plaza Independencia. Después habían festejos más pequeños, por ejemplo en la plaza San Martín.
Otra gran concentración, que reunió a miles de jóvenes fue la calle Arístides, que también se volvió una peatonal cuando la Policía desconcentró a la gente que estaba en el KM 0 y alrededores. La multitud se podía ver desde la calle Colón hasta casi llegar a Boulogne Sur Mer, los celebrantes cubrían las calles y veredas por completo. Obviamente, para no perder la costumbre argentina, el abuso de los precios de los comercios de la zona estuvo presente. Pero que eso no opaque esta consagración.
Hasta cerca de las 23, hubo festejos al ritmo de vuvuzelas y cánticos futboleros. En calle Colón, hasta un DJ que tenía su consola en un carrito que iba sujeto a una camioneta, armó un boliche al aire libre. Cuando la Policía llegó, se retiró con el himno argentino.
Así se despedía el boliche andante