¿Belleza o formación?: una coronación que vuelve a poner en evidencia el discurso conservador

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Por Libby Rose

El pasado sábado Mendoza celebró una nueva Fiesta de la Vendimia. 18 candidatas, con Guaymallén incluido, disputaron en el Frank Romero Day la corona nacional.

Con el avance del feminismo y ese largo camino hacia la igualdad y el derribamiento de estereotipos que lejos de favorecernos y empoderarnos, nos obligan a encajar en estereotipos de belleza que no miden cualidades.

Tal como lo vaticinaba esta lucha, la polémica y el debate por la elección de la reina se puso por primera vez en concreto el año pasado. Guaymallén ha sido el primer departamento -y estoy segura de que no será último- en pretender eliminar la figura de reina de la Vendimia. Y pese a que la Corte lo obligó a presentar candidata este año, el Municipio implementó un nuevo sistema de elección en lineamiento a su postura: por conocimiento, a través de una evaluación.

Natalia Mercery fue electa por ese departamento. Con 35 años, rastas y 3 hijos, por supuesto fue el foco de tormenta por aquellos que se jactan de ser tradicionalistas.

Finalmente, con 69 votos a favor, Ana Laura Verde, de La Paz, se coronó, pasadas las 00 del domingo, como reina nacional de la Vendimia 2023. Tras la elección, las redes no tardaron en llenarse de comentarios y opiniones que una vez más demuestran que a muchos mendocinos, por no decir la mayoría, prefieren ser espectadores de un concurso de belleza, potenciado en la previa por la campaña mediática que escasa información muestra sobre las candidatas pese que a quien se está eligiendo es una embajadora de la vitivinicultura, la actividad más importante de la provincia.

La nueva soberana, que representará a Mendoza y el país por el próximo año, tiene 22 años, estudia enología, sus abuelos fueron viñateros y ella produce su propio vino casero. De hecho, su proyecto es reactivar una bodeguita, algo con lo que ya inició en 2022, con el propósito fortalecer la producción y comercialización de vino casero en su departamento. El objetivo es formar un grupo de elaboradores de vino para brindar herramientas que faciliten la producción.

Todo este “currículum”, sin embargo, no parece suficiente para muchos mendocinos que pretenden seguir reduciendo una elección a un estereotipo de belleza, violento y subestimador. Una joven que elabora su propio vino desde hace 3 vendimias y quiere trabajar para los pequeños productores, no es digna, para los opinólogos, de ser embajadora de un tema que parece conocer demasiado.

“La reina de Tupungato merecía ser reina nacional porque es más linda”, entre otros muchísimo comentarios más violentos, forman parte del discurso de una gran mayoría, en pleno 2023, que es necesario revisar con urgencia.

A días de una nueva conmemoración del Día Internacional de la Mujer, es hora de que tomemos el debate con la seriedad que merece, que entendamos que los concursos de bellezas no son sanos para nadie, que una embajadora o embajador de la vitivinicultura debe tener conocimiento en el tema sin importar sus dotes físicos, y ¿por qué no?, soñar con que, quienes en el futuro ocupen estos lugares sean aquellos que representen la voz de los productores y cosechadores, indistintamente de si son hombres o mujeres, jóvenes o no.

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