Hace 19 años migró desde San Carlos a Estados Unidos: “Lloré muchas veces camino a casa queriéndolos abrazar”

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Por Estefanía Tello

Se trata de Jorge Von Zedtwitz quien creció en el distrito de La Consulta.

El 4 de diciembre de 2000 la Asamblea General, ante el aumento de los flujos migratorios en el mundo, proclamó el 18 de diciembre como el Día Internacional del Migrante. Diez años atrás, en ese mismo día en 1990, la Asamblea ya había adoptado la Convención internacional sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores migratorios y de sus familiares.

Los Estados Miembros de la ONU, así como organizaciones intergubernamentales y no gubernamentales, celebran este Día Internacional difundiendo información sobre los derechos humanos y libertades fundamentales de los migrantes, el resultado de sus experiencias y nuevas medidas que pueden implementarse para protegerlos.

Sin duda, tener que despegarse de las raíces no suele ser nada fácil pero muchas veces hay quienes no tienen opción y deciden marcharse en busca de una mejor vida. En ese sentido, El Cuco Digital decidió entrevistar nuevamente a Jorge Von Zedtwitz, un sancarlino por adopción que decidió marcharse hace 19 años a Estados Unidos. Esta vez el consultino nos contará cómo fue tener que tomar la decisión de migrar, cuáles fueron los desafíos y un mensaje para quiénes piensan irse.

-Contanos Jorge cuánto hace que vivís en Estados Unidos y por qué decidiste migrar.

Vivo en Estados Unidos desde diciembre del 2001. Decidí emigrar de Argentina debido a la crisis económica y social en la que estábamos sumergidos.

-¿Cuáles fueron los desafíos que te tocó atravesar?

El primer gran desafío fue la barrera del idioma, ya que los trabajos sin saber inglés se reducen mucho y la paga de igual manera; recuerdo que mi primer trabajo fue en una empresa de seguridad . Allí estuve un año hasta que con mis ahorros me largué  y armé una distribuidora de productos de restaurants y panaderías. Camioneta rentada hasta que pude comprarme la mía. Fueron comienzos muy duros.

-¿Cómo fue llegar a un país desconocido?

Difícil. Llegué solo  al departamento de un amigo que se había venido en el año 98. Los primeros años fueron de aprendizaje total. Estudié en una librería pública el inglés básico. Luego tuve que adaptarme a muchas cosas, siesta acá no existe, se cena a las 17 o 18 horas a más tardar. Los desayunos son bien fuertes y al mediodía se hace el lunch que es por lo general una comida liviana. Aunque los hispanos tratamos de comer más tarde.

-Jorge, ya nos contaste que no fue fácil migrar y comenzar a trabajar. Actualmente, ¿cómo te ganás la vida?

Empecé con mi distribuidora, y poco a poco empecé a crecer. Repartimos en los condados de Queens, Manhattan, Bronx. Luego compré una carnicería – restaurant en el área de Queens. Eso fue en marzo de este año. El concepto del lugar es colombiano ya que así está desde el 2003 aunque agregué todos los cortes de carne argentinos y estamos patentando el chorizo argentino elaborado con vino malbec que ha sido un éxito este pasado verano ya que desde New Jersey han venido a buscarlo. La distribuidora se llama JyJ Restautant Supplies y el otro negocio Bravos Carnicería and Grocery Inc.

El negocio de Jorge

-¿Has pensado regresar a vivir a tu país?

Tengo dos hijos acá, Elena y Jorgito y el nene solo tiene 16 años y sería muy difícil abandonar  todo para regresar a mi país. Elena está casada, se recibe pronto y su esposo es contador. Además, estoy en pareja con Lina, ella es colombiana, y una hermosa mujer pero aún mejor compañera. En Mendoza tengo a Ailín que le falta una materia para ser maestra y Nahuel le falta un año para recibirse. Fue hermoso verlos el año pasado, pero este año por la pandemia no pude viajar a verlos y compartir las Fiestas.

Jorge y su hijo
Jorge y su esposa

-Desde la experiencia, ¿qué le dirías a quiénes tienen pensado migrar?

A quienes piensan emigrar les diría que no es fácil, pero quien decide hacerlo debe estar convencido a renunciar a montón de cosas, la más dura es hasta que uno se legaliza, no poder ver a la familia…. Eso fue lo que más me costó, fueron muchos años sin verlos  aunque jamás perdí contacto con ellos por llamadas o videos pero el costo es muy alto; lloré muchas veces camino a casa queriéndolos abrazar. Pero al final valió la pena,  fue un sacrificio enorme pero Dios me ha bendecido mucho.

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