Repatriados: después de 60 días en alta mar regresa un matrimonio de mendocinos

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Tenían que bajar en Chile el 15 de marzo pero no los autorizaron. Fueron trasladados a México y luego a EE.UU. La odisea en primera persona.

Angeles Maiore y Enzo Vignoli subieron al Celebrity Eclipse junto a 2850 pasajeros y 1200 tripulantes el 2 de marzo. Allí iban a celebrar el cumpleaños de Enzo para luego bajar en Chile y regresar a casa. Sin embargo, en el momento del desembarco en el país vecino, las fronteras se cerraron. Ni en Valparaíso los dejaron descender. Y comenzaron su peregrinación en el mar. Pasaron 60 días arriba del gran navío. Conocieron el puerto de México y luego estuvieron en el muelle de San Diego, Estados Unidos, donde tampoco pudieron pisar tierra. Hasta ayer cuando por fin lograron emprender el retorno tan esperado a casa. En estos momentos se encuentran ya en su casa de Mendoza después de un largo viaje en taxi desde Ezeiza y de ser escoltados por la provincia de San Luis por uniformados.

Tantas emociones han atravesado estos mendocinos que son casi imposibles de describir. En el último tiempo dentro de este gran crucero sólo quedaban 7 pasajeros y 37 tripulantes. La mayoría de los pasajeros eran argentinos y sólo dos de Colombia. Los Andes acompañó a estos viajeros día a día. Nervios, angustia, bronca, miedo, desazón, nostalgia, ilusiones se fueron mezclando con el pasar del tiempo. Los funcionarios locales los ayudaron sin cesar al igual que los mismos tripulantes del crucero.

A lo largo de la estadía en San Diego los pasajeros fueron controlados por médicos y enfermeros quienes les tomaron la temperatura día a día. Un proceso que en principio ellos vivieron con angustia pero al cual se acostumbraron. Para poder regresar se dispusieron dos vuelos chárter. En uno sólo viajaron 2 parejas de argentinos. Adentro de este avión se encuentra esta pareja de mendocinos.

Enzo relató en primera persona su travesía en el mar. La historia de un largo regreso a casa:

Día 1, previo al regreso. “Claro, como debería ser, por primera vez en la vida, me desperté antes de que sonara el despertador. Alguna vez me tenía que ocurrir. El proceso de abrir y cerrar maletas, de ordenar, reordenar, pesar y volver a pesar valijas… continuó (durante toda la noche esta pareja estuvo abocada a lograr que la valija pesara sólo 22 kilos).

Puntual, llego el desayuno y atrás, la enfermera para medirnos, nuevamente, los parámetros de salud habituales. Gracias a Dios, todo perfecto.  Ahora, a esperar.

A las 11 debemos estar en el restaurant habitual para iniciar el proceso de última revisión médica, entrega de pasaportes e historia clínica para, finalmente, iniciar el proceso de desembarco.

Estamos a unos kilómetros de la bahía (de San Diego), con lo cual, como nos habían dicho, viajaremos, desde el barco al puerto, en lanchas propias del crucero.

Después de dejar las maletas en la puerta del camarote, a las 11 en punto,  mochila al hombro y bolso en mano,  partimos al restaurant. Allí nos esperaba personal del crucero. Nos hicieron entrega de una bolsa con elementos que podríamos llegar a necesitar: guantes, barbijos, aguas, alcohol en gel, barra de cereales, contacto de Celebrity que nos esperaría en Buenos Aires.

Varios tripulantes ejecutivos vinieron a despedirnos y darnos algunas recomendaciones de viaje. A las 12 partimos hacia el tender, que ya había sido desenganchado del barco y los estaba esperando en el muelle del propio barco.

Día 1, al fin descienden del crucero. El traspaso del barco al tender, aun con mar picado, fue relativamente  fácil… Los tripulantes acostumbrados a estas situaciones, esperaban el momento preciso y nos indicaban el momento de abordar nuestro nuevo bote con seguridad. Ubicados, manteniendo la distancia social, emprendimos el recorrido de nuestro nuevo trayecto.

Una hora nos insumió el traslado. Durante el trayecto, un par de botes de la guardia costera nos acompañó hasta entrar en el canal de acceso. Las olas, medianamente altas, de un metro de altura, mecían el bote con cierta violencia no muy acentuada.

Finalmente, llegamos al puerto de la policía portuaria y de migraciones de San Diego. Cinco policías, debidamente protegidos con mascarillas y guantes, nos recibieron.

Día 1, por fin tierra y un avión A las 14 salimos del muelle policial con destino al aeropuerto. Una vez realizada las gestiones de recepción, fuimos conducidos a la playa de estacionamiento del edificio policial. Ahí nos esperaban tres SUV, dos Chevrolet Suburvan y una Cadillac. Gigantes, negras, como las que trasladan a funcionarios de gobierno de países importantes.

Fuimos ubicados de modo de mantener el espacio entre personas en cada camioneta. En dos, una pareja y en otra las tres pasajeras del grupo. La comitiva estuvo encabezada por el auto del sheriff y lo seguían otro vehículo policial, las tres camionetas negras que trasladaban pasajeros del barco y dos camionetas de distintas autoridades del puerto y policía.

Cuando llegamos al aeropuerto, entramos por un acceso directo y fuimos ubicados de forma estratégica. Además estuvimos acompañados por la enfermera que, cada hora, nos tomó los parámetros de referentes a nuestro estado de salud”.

Día dos. En la noche estos pasajeros llegaron a Panamá. Y hoy casi al mediodía se encontraron en Antofagasta, Chile. Casi a las 16 llegaron a Ezeiza donde los espera otro panorama. Sin nadie que los esperara estos pasajeros decidieron tomarse un taxi hasta Mendoza.

Día tres. El taxi los trasladó durante toda la noche de hoy (07 de abril). A las 3 de la mañana llegaron a San Luis donde fueron escoltados todo el tiempo por personal policial. Ya en Mendoza se contactaron con ellos las autoridades del Ministerio de Salud. Finalmente lograron arribar a su hogar.

Fuente: Diario Los Andes

Una respuesta

  1. que dios los bendiga un monton, que alegria por la señora angeles ya va a poder volver a la clinica santa maria cuando se cure del coronavirus

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