La causa estuvo en mano de los jueces Fernando Ugarte y Oscar Balmes, hasta que finalmente se archivó.
El pasado 20 de junio, se cumplieron 22 años de la muerte de Fabricio Moyano, un joven de Tunuyán que por razones poco claras, se prendió fuego en la playa de estacionamiento del boliche Malake y murió 12 días después.
Según las últimas informaciones oficiales que se conocieron del caso, indicaron por parte de un perito que el hecho se trató de un accidente.
Su propia madre, Noemi Amaya, quien al día de la fecha sigue pidiendo justicia, asegura que a su hijo lo mataron. Además, confesó que aún conserva pruebas que ella por su medio consiguió y que indican que la muerte no fue accidental.
“Mi hijo estuvo 12 días internado con quemaduras de tercer grado, lo habían dejado ciego, le dañaron la tráquea y aun así me habló y me contó lo que pasó”, dijo Noemi, a El Cuco Digital.
“Me dijo que eran cuatro personas, lo hicieron tomar nafta y lo prendieron fuego. Según mi hijo, a él lo habían confundido. También me contó que no pudo salir del auto porque tenía las manos quemadas y fue imposible sacar el seguro”. Fue lo que me dijo estando internado.
“Acá siempre se habló de muerte por accidente, que se prendió fuego, yo tengo el certificado de defunción de Fabricio, que dice causa de muerte a determinar”.

“Después de 18 años, la causa fue archivada y después de eso apareció un perito y dijo que fue un accidente, pero la realidad es que la justicia nunca sirvió, el juez que tuvo la causa siempre quiso desviar la investigación”.
“Yo como madre salí a la calle, fui una especie de fiscal del caso, busqué pruebas, investigué y tengo pruebas y tengo todo lo necesario, pero el juez nunca me escuchó”.
“Mi hijo, antes de morir, me pidió que le besara las manos y que no deje de buscar a los responsables de todo esto, siempre fue un niño sano y bueno, y no lo digo yo, pregunta al que sea y eso te dicen de mi Fabricio”, recordó Noemi.
Respecto a la investigación, la propia madre de Fabricio Moyano, que hoy tendría 39 años, dijo que “la causa inició con el Juez Fernando Ugarte y luego pasó a manos a Oscar Blames, quien dejó en libertad a los acusados y terminó archivando el caso.