Se trata del solsticio de invierno, el punto donde hay menos luz solar. A partir del 21, los días empiezan a alargar lentamente.
En 2025, el solsticio de junio ocurrirá el viernes 20 de junio. Este día marcará oficialmente el inicio del invierno en todo el hemisferio sur. A nivel astronómico, el fenómeno se produce cuando el eje de rotación de la Tierra alcanza su mayor inclinación respecto al Sol.
El resultado directo será una duración de apenas 10 horas y 6 minutos de luz solar, transformando al 20 de junio en el día más corto del año. A su vez, la noche se extenderá por más de 13 horas, convirtiéndose en la más larga del calendario.
Además, a mediodía, el Sol alcanzará solo unos 35 grados de altura sobre el horizonte, lo que genera sombras considerablemente más largas de lo habitual. Este comportamiento puede observarse especialmente en zonas donde el cielo se presenta despejado.
A partir del 21 de junio, los días comienzan a alargar muy lentamente: un dicho popular dice que “a un tranco de gallo”, para describir lo poquito que crecen. Por ejemplo, en Valle de Uco, el sol hoy salió a las 8,40 horas, y se desaparecerá a las 18,34 horas. En una semana, aproximadamente habrá 6 minutos más de sol.
Qué pasa durante estos días más cortos
El solsticio de invierno provoca cambios notables en la percepción del ambiente. La reducción del tiempo de luz solar afecta los ritmos biológicos, la temperatura y las actividades cotidianas.
Durante los días cercanos al solsticio de junio 2025, el recorrido del Sol por el cielo parecerá estático. Las posiciones de salida y puesta cambiarán muy poco de un día al siguiente, reforzando la sensación de “quietud solar” que da nombre al fenómeno.
A partir de este punto, los días comenzarán a alargarse progresivamente, aunque de forma casi imperceptible en las primeras semanas. Este cambio gradual anticipa el camino hacia la primavera, aunque aún reste una larga temporada invernal por atravesar.
El evento también tiene implicancias simbólicas y culturales en distintas tradiciones del mundo. En muchos pueblos originarios del sur del continente, por ejemplo, representa el cierre de un ciclo y el comienzo de uno nuevo, estrechamente vinculado a la renovación de la vida y la naturaleza.
¿Qué es un solsticio?

El término “solsticio” proviene del latín “solstitium”, que puede traducirse como “Sol quieto” o “el Sol permanece inmóvil”. La expresión hace referencia a la pausa aparente del movimiento solar en el cielo.
En la práctica, se trata de un momento preciso: el instante en que los rayos solares inciden de forma perpendicular sobre el Trópico de Cáncer o el de Capricornio, dependiendo de la época del año. En junio, este punto culminante tiene lugar sobre el Trópico de Cáncer, beneficiando al hemisferio norte con el mayor número de horas de luz solar. “La situación se invierte para el hemisferio sur, donde es el día más corto del año”, explica la NASA.
Desde el hemisferio sur, este cambio se traduce en días más cortos, baja incidencia solar y descenso de las temperaturas. El Sol describe un recorrido más bajo en el cielo y alcanza una altura mínima sobre el horizonte. Esta escasa elevación modifica la intensidad y duración de la luz que recibe cada punto del planeta, razón por la cual el 20 de junio será, en 2025, el día con menos horas de luz para países como Argentina, Chile, Uruguay o Paraguay.
Aunque este fenómeno es estable en su lógica, no ocurre siempre a la misma hora ni en la misma fecha. Esta variabilidad tiene su explicación en una diferencia de tiempos entre el calendario civil y el astronómico. El año trópico —el tiempo real que tarda la Tierra en dar una vuelta completa alrededor del Sol— no coincide con los 365 días exactos del calendario gregoriano. Esa órbita precisa requiere 365 días, 5 horas y 49 minutos, lo que obliga a introducir ajustes como los años bisiestos y otras correcciones periódicas. “Ese equilibrio solo se corrige por completo cada 400 años”, explican desde el Servicio de Hidrografía Naval.
Por ese motivo, los solsticios y equinoccios pueden registrarse en distintas fechas y horarios, año tras año, aunque siempre dentro de un rango estrecho. No se trata de errores, sino de ajustes necesarios para mantener sincronizado el calendario con los ciclos reales del planeta. Así, el calendario no se desvía del ritmo del cielo.
Desde la antigüedad, el movimiento solar ha sido observado, registrado y celebrado. “Los solsticios se han observado desde la antigüedad. Nuestros antepasados usaban las frases ‘solsticio de invierno’ y ‘solsticio de verano’ mucho antes de que supieran que el otro hemisferio existía”, señala la NASA.
Las denominaciones tradicionales, ancladas en la percepción de las estaciones según el lugar del mundo, a veces generan confusión. Por eso, muchos astrónomos prefieren términos más neutros como “solsticio de junio” o “solsticio de diciembre” para evitar ambigüedades. Sin embargo, expresiones como “invierno” o “verano” permanecen arraigadas en la experiencia social de cada hemisferio.
En 2025, el invierno en el sur se extenderá hasta el 22 de septiembre, fecha en la que ocurrirá el equinoccio de primavera. Ese nuevo evento astronómico, como los equinoccios de marzo y septiembre, marcará el momento en que el día y la noche tienen aproximadamente la misma duración en todo el planeta. A diferencia de los solsticios, que representan extremos —el máximo de luz o de oscuridad—, los equinoccios simbolizan el equilibrio.
Durante el solsticio de invierno, los cambios en la posición solar son tan sutiles que parecen detenerse. “Alrededor de los solsticios, el camino aparente del Sol a través del cielo parece ‘congelarse’”, describen desde la NASA. Esa aparente inmovilidad puede observarse en registros astronómicos, como los analemas, que muestran las variaciones del Sol a lo largo del año desde un punto fijo. Estas curvas alargadas, con forma de ocho, revelan la posición solar a la misma hora del día en distintas fechas. Cerca del solsticio, la posición apenas cambia de una jornada a otra.
Los efectos del solsticio no se limitan a la duración del día. También impactan de forma directa en las condiciones climáticas. Al estar el hemisferio sur más alejado del eje de incidencia directa de los rayos solares, la temperatura promedio desciende.
“El solsticio de invierno no solo marca el inicio de la estación más fría del año, sino que también simboliza el momento en que el hemisferio sur está más alejado de la incidencia directa de los rayos solares”, explican los astrónomos de la NASA. Tras esa fecha, los días comienzan a alargarse poco a poco, con minutos adicionales de luz solar que se suman progresivamente hasta alcanzar el punto opuesto: el solsticio de verano en diciembre.
Aunque los cambios diarios pueden parecer mínimos, su acumulación traza el recorrido completo de un año solar. Esta transición constante sostiene el equilibrio entre la posición de la Tierra y la energía que recibe del Sol, una relación que define la vida tal como la conocemos.
A escala cultural, muchas civilizaciones han vinculado el solsticio de invierno con rituales de renacimiento, recogimiento o preparación. En regiones australes, coincide con celebraciones ancestrales como el Inti Raymi en los Andes o el We Tripantu en el sur de Chile y Argentina. En ambos casos, el momento de máxima oscuridad no se entiende como un final, sino como un punto de partida. El inicio de un nuevo ciclo solar, agrícola y espiritual.
En el presente, este evento mantiene una relevancia científica que va más allá de la astronomía. Permite ajustar el calendario, estudiar los efectos climáticos de la variación solar y proyectar con precisión los ritmos estacionales. Aunque los avances tecnológicos han reemplazado las observaciones a simple vista, la lógica que vincula cielo, tiempo y vida sigue intacta.
En el fondo, el solsticio es una confirmación. La confirmación de que la Tierra sigue girando con regularidad, que sus inclinaciones se mantienen estables, y que las estaciones continúan su secuencia imperturbable. En una época marcada por la incertidumbre ambiental, esta previsibilidad del cosmos ofrece un punto de referencia, una estructura que se sostiene sin alteración.
(Fuentes: Infobae/ El destape)