Así lo manifestó Alejandra Morón Piermarini a El Cuco Digital. Su papá, Alfredo Morón, tenía 85 años.
En época de pandemia hemos visto un sistema de salud sobrecargado, en algunos momentos al borde del colapso; personal agotado, hospitales con gran demanda de pacientes; sin embargo, a pesar de todo ello y de las condiciones y difíciles situaciones que el día a día va presentando, los nosocomios y toda la comunidad que los componen logran salir adelante, y sin dudas eso tiene que ver con una buena organización sumado al gran profesionalismo y empatía de las personas que trabajan en Salud.
Y esto fue lo que quiso destacar Alejandra Morón Piermarini, una mujer de Tunuyán que hace muy poco perdió a su padre, Aldredo Morón de 85 años, y que a pesar del dolor que dejó su partida, quiso brindar reconocimiento al Hospital Antonio J. Scaravelli por la gran atención recibida durante su internación.
Alejandra primeramente hizo un posteo en su perfil de Facebook, y hoy en diálogo con El Cuco Digital relató cómo fueron los días dentro del nosocomio: “Yo ingrese con mi papá el día 11 de enero al hospital por la guardia porque se descompuso de los intestinos, y bueno, fue excelente la atención; le pasaron suero, le hicieron análisis y le diagnosticaron que por el momento no se observaba ninguna complicación. El día martes continuó descompuesto y como mi papá tenía PAMI lo llevé al Instituto; ahí no había cama. Seguía muy descompuesto así que lo volvieron a recibir en el hospital por la guardia. Nuevamente lo controló un médico y las enfermeras en forma maravillosa lo atendieron; le hicieron otros estudios, radiografías; lo controlaron, estabilizaron y aparentemente el cuadro había mejorado, así que me pidieron que al otro día volviera para realizarle una ecografía. El día jueves ingresó, lo vio el cirujano y decidieron que había que operarlo, porque se observaba una obstrucción de intestino por la hernia que tenía. Ingresó al Hospital el 14 de enero hasta el 29 de enero que falleció”.
La mujer contó que el día que quedó internado le hicieron la primera cirugía y que, al igual que las anteriores, la atención de los médicos y camilleros fue “impecable”. “Luego pasó a sala común en la parte que es Traumatología y Cirugía e impecable la atención de las enfermeras, que es lo que yo más tengo que destacar, que las menciono como que son ángeles que Dios nos puso en el camino por el amor con el que atienden, no solamente a mi papá, sino a cada uno de los pacientes internados que pudimos observar nosotros”.
Alejandra agregó que Alfredo luego fue pasado al sector de Pediatría “por la demanda en el hospital, de gente que realmente lo estaba necesitando”. Tras ello, lo volvieron a intervenir porque su intestino no funcionaba y más tarde lo operaron por tercera vez.
Estando en esa área, tanto Alfredo como su familia pudieron observar “con el amor que cada enfermera, cada médico, la kinesióloga trataban a los niños; también observamos que llegaron accidentados; había un interno social que fue lo que más me impacto, como cada enfermera se acercaba, lo mimaban, lo higienizaban, y así con cada uno de los enfermos más allá de que siempre estuvieran acompañados de algún familiar. Los enfermeros y enfermeras en todo momento están al servicio de las personas”.
“Es de destacar con el amor que llegan, con ese carisma que hablan. Nosotros destacamos muy especialmente la contención que fuimos recibiendo de los médicos y de las enfermeras y enfermeros sabiendo que ya se había hecho todo por mi papá, y que él en el momento que estuvo consciente también agradecía permanente esa dedicación con que lo trataban. Y bueno, cuando llegó el momento de su partida también nos contuvieron muchísimo, nos hablaron, y es lo que nos llevamos en el corazón, que más allá del dolor que uno sufre con la pérdida de un familiar, se hizo todo todo todo hasta el último instante; estuvieron al servicio de todos sin conocernos; era un paciente más”, añadió para cerrar la tunuyanina.