Sin efectos especiales o deslumbrantes escenografías, esta fiesta cautivó por sus artistas, su música, y una historia que “bajó” a la realidad actual, con gran sensibilidad y belleza.
“¡Hermosa! ¡Excelente! ¡Muy buena!!!”, así la definió la gente, que colmó el anfiteatro Neyú Mapú. Es que esta Vendimia de San Carlos supo fusionar talento, trabajo y arte, poniendo en valor las tradiciones, la cultura, y la vida de un pueblo.
“Historia con alma de Tradición y Vendimia” será una fiesta de la Vendimia para recordar, una prolija y hermosa puesta en escena, alrededor de una historia contada con voz y cuerpo de mujer. Desde el inicio, la música en vivo con talentosos músicos y cantantes, dio soporte, brillo y calidez. A la par, actores, actrices y bailarines presentaron cuadros perfectos, emocionantes y coloridos, que transmitieron historias y saberes, dolores y felicidad.
La historia de una familia viñatera, con tres generaciones interactuando y conversando, fueron el hilo conductor de una fiesta que podría definirse como naif, por su sencillez y espontaneidad, pero que también tuvo mucha profundidad, y que puso en valor las raíces, la idiosincracia, y la cultura familiar y local.
Se ponderó la familia, la tierra y el agua, se habló de desarraigo, de problemas económicos, y de las vicisitudes de la producción. Se habló del agua, aunque con menos “intensidad” que en otras vendimias, y no hubo mención de la “lucha” que inició en San Carlos. Hubo guiños a proyectos particulares y colectivos, como el “Pueblo del Vino” y los vinos de autor. Y también, una fuerte revalorización de los pueblos aborígenes y países hermanos con banderas flameantes y bailarines con ropas de los colores de diferentes banderas.
El broche final fue certero, emocionante, y con contenido: “LA HISTORIA NO PUEDE VENDERSE…LA VAMOS A HACER MÁS GRANDE…NO ME VOY NADA DE SAN CARLOS, ME QUEDO A ESTUDIAR ACÁ… QUE VIVA LA HISTORIA” fueron las últimas palabras del abuelo y el nieto protagonistas. Y mientras sonaba “Himno de mi corazón” de Los abuelos de la Nada, flamearon banderas argentinas. Luego, la potencia del malambo, al ritmo de “La argentinidad al palo” hizo estallar los aplausos y la emoción final.
Para destacar
Un hilo conductor sólido, y con contenido
Los artistas y las puestas en escena
La música en vivo
Las luces y los efectos lumínicos que suplieron una escenografía bastante austera
Los “elementos” móviles que sumaron un montón: la locomotora, el choique y otros, que dieron color y vida en diferentes cuadros
Los bailes, impecables, algunos apuntaban a la emoción y otros al “power”. Muy buenos
La transmisión por streaming (aunque acepta algunas mejoras, sobre todo en algunas tomas)
Una fiesta reinventada, que tomó los elementos primarios de la Vendimia, pero sin caer en lo repetitivo










