Por Juan Jofre
De la columna anterior surgieron muchas conversaciones e intercambios. De algunas de ellas nace el tema de hoy: los frentes y los partidos.
A todos nos pasa o nos ha pasado, que a lo largo de la vida vamos variando en las personas a las que tenemos más cerca o con las cuales construimos afinidad. Quizás en la infancia o en la adolescencia tuvimos un grupo de amigos, y que tal vez hoy los conservamos (o no), pero en la actualidad compartimos con personas diferentes de las de aquellas épocas.
Pasa igual con los parientes, los vecinos o compañeros de trabajo. Hoy tal vez estamos más cerca de un hermano que antes no lo veíamos tanto, o vamos seguido a visitar a una tía a la que antes veíamos solo en las navidades.
Todas las personas construimos vínculos en base a confianzas, intereses compartidos, conveniencias o valores según los momentos. Claro que también importa de dónde venimos, con qué historia, con qué identidad.
Como la política es parte de la vida, los frentes se constituyen entre quienes tienen coincidencias en la forma de interpretar el hoy y el mañana, y no tanto el ayer.
En ese ayer, en el pasado, habita la identidad. Fuimos a tal escuela o a tal club. Tuvimos los amigos de tal barrio. O, yendo a lo político, tuvimos algunos de las identidades de gansos, conservadores, liberales, fascistas, antiperonistas, radicales “puros”, radigansos, radicales alfonsinistas, peronistas en general, peronistas de Perón, peronistas de Eva, peronistas conservadores, peronistas revolucionarios, peronistas kirchneristas, kirchneristas no peronistas, radicales kirchneristas, kirchneristas de izquierda, izquierda antikirchnerista, “chinos” de izquierda”, izquierda troskista, etc, etc, etc.
Algunas de esas identidades son heredadas familiarmente, otras han sido construidas en función de que visión, interpretación y posición tenemos del pasado, lejano o reciente.
En la política, la identidad suele estar asociada a algún partido, aunque muchas veces es más fácil reconocer una identidad “anti” algo. Identificarnos por lo que no queremos.
Pero en la política como en la vida, cuando elegimos con quien juntarnos, con quien compartir las acciones, las decisiones, el tiempo y el espacio, lo hacemos pensando en aquellos con quien sentimos más afinidad en el presente y con quien estemos probablemente compartiendo algunas miradas o expectativas del futuro.
A veces, tratamos de seguir juntándonos con quienes compartimos cierta identidad. Otras veces, también es verdad, elegimos por pura conveniencia.
Por eso, los frentes políticos tienen referentes con identidad o pasado en partidos políticos distintos, pero que comparten una visión de lo que creen que hoy hay que hacer, de lo que hay que cuidar o cambiar.
Los frentes son entonces una conjunción de varios factores: las identidades, los valores, las conveniencias, pero, sobre todo, la coincidencia en la mirada del presente y el futuro.
También pasa que cuando se arman frentes “grandes” o “amplios”, hay que repartir los lugares de las listas de un modo que esa pluralidad que los compone quede representada. Esto a veces hace que algunos miembros se sientan desplazados o infra valorados, y elijan construir otro frente con otras personas u otros partidos.
Distinto es el caso de los partidos departamentales. Generalmente compuestos por vecinos de una localidad, que no se identifican claramente con alguna tradición o partido de los que hay, y que eligen no aliarse con otros para seguir conservando su identidad de vecinos.
Juzgar si lo de los frentes está bien o mal, será tarea de cada ciudadano de acuerdo a su escala de valores, a su identidad política (todos la tenemos) y a su interpretación del presente y del futuro. Pero, no deberíamos olvidar que el hecho de hacer alianzas y construir frentes, es una acción propia del ser humano observable en toda su historia.
Tanto en la política como en la vida, construir un grupo o ser parte de él, tiene que ver con quien elegimos transitar el presente, con quien compartimos hoy la visión del momento y de lo que viene. Con quien abrazamos las luchas, las necesidades, los deseos y los intereses hoy; conservando algunos elementos de las identidades que construimos en nuestro pasado, pero tal vez, cambiando algunas de ellas.
Como siempre aclaro, es una simple columna que no pretende dar por terminado el debate, sino simplemente aportar. De usted dependerá como analiza cada alianza, cada frente. Si comparte con sus referentes el análisis o diagnóstico del presente, si le entusiasman o no las propuestas de futuro, si se identifica como defensor u opositor.
Fiel al compromiso de ser breve, la dejamos acá. En la próxima, nos metemos de lleno a analizar las campañas locales.